Ángeles López de Ayala y Molero
(Sevilla, 21 de septiembre de 1858 – Barcelona, 29 de enero de 1926)1 fue una dramaturga, narradora, periodista y activista política española, considerada la principal intelectual feminista en ese país de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. De ideología republicana, feminista y afiliada a la francmasonería, impulsó la creación de la Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona (1892), que fuera considerada la primera organización feminista de España, junto a la anarquista Teresa Claramunt Creus y la espiritista Amàlia Domingo, y de la Sociedad Progresiva Femenina en 1898.4 Férrea defensora de los derechos de la mujer, afirmaba que las mujeres habían de emanciparse tanto de la Iglesia, por temor a liberar la consciencia, y de la supremacía masculina.
A poco de cumplir sus 30 años de edad, en 1888, se trasladó a Barcelona. Allí fundó el semanario El Progreso (1896), de ideología Republicana y que trataba el problema de la mujer, El Gladiador (1906), que se ocupaba de la condición de la mujer y de la lucha feminista en todos los campos, El Libertador (1910), que tenía el eslogan Periódico defensor de la mujer y órgano del librepensamiento, y El Gladiador del Librepensamiento (1914), que desaparecería en 1920, juntamente con la Sociedad Progresiva. Debido a las persecuciones de las autoridades: pasó tres largas temporadas en la cárcel por sus actividades políticas y periodísticas.
Ángeles financiaba una escuela laica nocturna, la cual fuera propulsora para la creación de la Sociedad Progresiva Femenina, en la que se afianzó el funcionamiento de una escuela diurna para niñas y otra nocturna para adultos. Dicha asociación estaba estrechamente ligada a la Logia Constancia a la que pertencía López de Ayala, y de la que había sido secretaria en 1895. Creó además un orfeón y una compañía de teatro.
Ángeles López de Ayayla organizó, con la ayuda del lerrouxismo «la manifestación femenina más importante y multitudinaria de la Restauración bajo la bandera de la emancipación de la mujer, del librepensamiento y de la república», llevada a cabo en Barcelona, el 10 de julio de 1910. El objeto de la marcha era expresar simpatía ante una propuesta del político español José Canalejas. Con la manifestación se logró entregar al gobernador civil un mensaje, suscrito con unas 22 000 firmas, en el que se declaraba que todas las españolas eran católicas, pero no clericales.