Rosario de Acuña y Villanueva

(Madrid, 1 de noviembre de 1850 – Gijón, 5 de mayo de 1923) fue una escritora, pensadora y periodista española. Considerada ya en su época como una de las más avanzadas vanguardistas en el proceso español de igualdad social de la mujer y el hombre —y los derechos de los más débiles en general. Nacida en una familia emparentada con la aristocracia,a se mostró desde muy pronto como una mujer íntegra, creativa e indomable. Su talante librepensador de ideología republicana y su corta pero valiente y provocadora producción teatral, la convirtieron en una figura polémica y en objetivo de las iras de los sectores más conservadores de la España de la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX.

Como periodista, Rosario desarrolló todo un programa de denuncia contra la desigualdad social entre la mujer y el hombre y contra la institución que “no solo lo permitía sino que lo alimentaba”, tarea en la que destacaron desde 1884 sus colaboraciones con Las Dominicales del Libre Pensamiento, semanario madrileño fundado y dirigido por Ramón Chíes, y formando frente con Ángeles López de Ayala. Ese espíritu beligerante (o inconcebible, o lúcido, o valiente, o endemoniado, en función de quién pusiera el adjetivo) la acercó a la intelectualidad progresista española masculina, convirtiéndose en la primera mujer a la que el Ateneo de Madrid dedicó una velada poética. Ocurrió en la primavera de 1884 y aunque el acto en sí no pasó de una sencilla lectura poética, no tardó en convertirse en otro episodio provocativo para unos y emblemático para los opuestos. Su producción, tanto creativa como periodística, había ido aumentando. En ese periodo central de su vida son muy habituales las colaboraciones en los principales diarios (El Imparcial, El Liberal) y revistas españolas (Revista Contemporánea, Revista de España). Autora conocida y reconocida participó en los sectores sociales y culturales afines al libre pensamiento que apoyaban los republicanos, con proposiciones tan conflictivas como la separación de la Iglesia y el Estado. En esa misma línea, con 35 años, Rosario ingresó en una logia de adopción masónica, la Constante Alona de Alicante, con el nombre simbólico de «Hipatia», que aparecerá desde entonces en muchos de sus escritos.9 En los últimos años de la década de 1880 desplegó una gran actividad viajando por Galicia, Asturias, Andalucía, el Levante español.