1.1.-De Cofradia a hermandad religiosa ,de hermandad religiosa a gremio
1.1.1.-Sus origenes mitologicos
Caminar entre los orígenes de la masonería supone atravesar inevitablemente un mar de teorías, especulación e incluso contenido imbuido de leyendas, mitos y especulaciones sino se realiza un ejercicio de discernimiento y segmentación histórica.
La diferenciación entre el primer tipo de masonería la operativa y el tercer tipo la especulativa (también denominada filosófica) es una primera aproximación a esta separación, pero, en este apartado primigenio de operatividad, no fueron pocas las dificultades, y por tanto los cambios, que, como institución o ente, sufriría la propia masonería.
A partir del movimiento cultural del Romanticismo, fue necesario buscar unos orígenes masónicos dignos ,y cuanto mas antiguos mejor, reescribiéndose los mitos y las leyendas del origen de la masoneria
Sería pretencioso afirmar a ciencia cierta dónde se originó el germen de la masonería, pues hoy día, ni los historiadores más reputados en este campo descartan tajantemente cualquiera de las siguientes posibilidades idilicas.
Por una parte, pueden situarse en la región de Egipto y Summer, cuna de la cultura y de la palabra escrita así como de los primeros tratados arquitectónicos primigenios, que permitirían levantar edificios tales como las pirámides y zigurats o mastabas , dando forma a las civilizaciones que se asientan durante milenios en el valle del Tigris y el Éufrates-El creciente fertil.
Lo cierto es, que si bien la denominación de masón en este contexto haría referencia a los maestros arquitectos e ingenieros cuyos conocimientos eran compartidos en círculos elitistas de pensamiento arquitectónico e ingenieril, aún no revestía del posterior carácter asociativista o gremial que con la Historia se iría configurando.
El segundo atisbo primigenio del origen de la masonería se encuentra, cómo no, en el territorio de Israel y en la edificación del propio Templo de Salomón.
Fue este sabio rey, autor de los Proverbios, la Sabiduría y el Cantar de los Cantares, quien mandó edificarlo cumpliendo así la voluntad de un sueño de su padre, el rey David.
No ociosamente podría afirmarse que en el Templo de Salomon,copia del tabernáculo la tienda santa, radica la esencia misma de la Masonería, que actualiza permanentemente su contenido espiritual a través de sus ritos y símbolos, empezando por el de la propia Logia, que tiene en él su modelo o prototipo. Actualizado también en sus mitos y leyendas ejemplares, que recogen los episodios más significativos de su historia sagrada, como es el caso de aquella que tiene como tema central al maestro Hiram, a quien nos referiremos a lo largo de estas páginas, en las que no pretendemos sino esbozar ciertas ideas sobre este importante tema, y que tal vez pudieran servir de punto de partida para un más amplio desarrollo.
En este relato primigenio sobre la construcción se narra cómo todos los masones esparcidos por los cuatro puntos cardinales se congregaron en Jerusalén para llevar a cabo tan magna empresa. Y así debió ser, en efecto, a juzgar por la multitud de obreros y artesanos que participaron en su construcción. La propia Biblia menciona a cientos de miles, los cuales no debían de proceder de un solo territorio, sino de varios, habida cuenta de que la influencia de los reinos de Judá y de Israel, gobernados por Salomón, se extendía por una zona muy amplia del Oriente Medio y en general por Asia Menor. Todos esos obreros, divididos según sus funciones y grados, estaban bajo la autoridad del arquitecto y metalista Hiram Abif, experimentado maestro en el arte de trabajar los metales, dato éste que lo vincula con su legendario ancestro Tubalcaín, quien aparece en el Génesis como el inventor de la metalurgia, y por tanto de las artes vinculadas con el fuego y su poder de transmutación, lo cual hay que entender tanto en su sentido físico como espiritual.
Dirigiéndose a Salomón, el rey Tirio Hiram le dice: “Te envío, pues, ahora a Hiram Abif, hombre hábil dotado de inteligencia (…) Sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la piedra y la madera, la púrpura escarlata, la púrpura violeta, el lino fino y el carmesí. Sabe también hacer toda clase de grabados y ejecutar cualquier obra que se le proponga”. Así pues, el maestro Hiram aparece como el heredero de una antiquísima tradición de artesanos que abarcaba numerosos oficios o técnicas, todas las cuales fueron aplicadas en la edificación del Templo. A este respecto habría que añadir que hasta producirse esa construcción el pueblo hebreo había llevado una forma de vida enteramente nómada, y por consiguiente su concepción del mundo respondía a unos parámetros sensiblemente distintos a aquellos por los cuales se regían los pueblos sedentarios, que en tanto que tales desarrollaron más particularmente las artes ligadas a la metalurgia y la construcción. Es decir, que Salomón tuvo necesariamente que recurrir a quienes conocían perfectamente las leyes en clave geométrica del Alma del Mundo (la cosmogonía), y eran poseedores, por tanto, de las técnicas constructivas necesarias para expresarlas lo más exactamente posible. Esos conocimientos se aplicaron en la construcción del Templo, reproduciendo en sus estructuras simbólicas los diferentes planos o niveles del cosmos, incluidos el mobiliario y la decoración, pues como decía Flavio Josefo, historiador judío fariseo del siglo I d.C. descendiente de familia de sacerdotes en sus Antigüedades Judaicas :”La razón de ser de cada uno de los objetos del Templo es recordar y representar al cosmos”.
1.1.2.-Su verdadero origen de la Masoneriasen la Edad Media-La Hermandad –H.•.
Un fuerte sector de los historiadores masónicos coinciden, tal y como se apuntaba antes, que si bien el origen filosófico y de la esencia masónica puede hallarse mucho más atrás en el tiempo, hasta los antiguos constructores de templos, no sería hasta la Alta Edad Media cuando el seno de la estructura masónica operativa se hiciese latente.
El primer autor que emitió tal opinión fue el Abad Grandidier de Estrasburgo, que no era masón, y quien para componer su obra Essaihistorique et topographique sur l´eglisecathédrale de Strasbourg (Larrault, Strasbourg, 1782) encontró en el archivo de la capilla de Nuestra Señora de Estrasburgo, documentos originales que demostraban que la sociedad de francmasones era muy similar a las corporaciones de albañiles que habían trabajado en Estrasburgo tres siglos antes. La opinión de Grandidier fue acogida por Vogel en sus BriefenüberdeiFreimaurerei (Nürberg, 1785), y por H. C. Albrecht, en sus MaterialienzueinerKritischenGeschichte der Freimaurerei(Hamburg, 1792).
Sus precedentes inmediatos habría que situarlos en la edificación de conventos románicos en los siglos XI y XII llevadas a cabo por monjes, primero benedictinos y después cistercienses. El Abad asumía normalmente la responsabilidad de diseñar los planos y de dirigir las obras aunque muy pronto, al lado de los monjes arquitectos aparecieron los a arquitectos laicos que venderían sus conocimientos de obra así como la mano del equipo de constructores del que podría estar al cabo, constituyéndose en cofradías o hermandades.
Se considera que su fundador fue el Abad Guillermo Von Hirschan, conde palatino de Scheuren (1000-1091), quien por primera vez llamó y reunió obreros de todos los oficios para la ampliación y terminación de las obras de la abadía de Hirschan, en calidad de hermanos laicos. Aunque los frailes soportaban el peso principal de los trabajos, para la construcción de los grandes monasterios necesitaron la ayuda de un buen número de obreros y técnicos seglares, y en ocasiones se recurrió a los servicios de especialistas de zonas tan alejadas como Bizancio.
Tal cosa fue necesaria dado que era el último reducto del conocimiento imperial romano, y al igual que el Corpus Iure Comunne(Ley y costumbre romana) se expandiría por toda Europa siglos más tarde, los conocimientos arquitectónicos imperiales irían poco a poco recordándose.. La idea del innovador Abad fue imitada de modo que ya en el siglo XIII habían aparecido varias logias independientes de las abadías y unidas entre sí, formando un cuerpo al que estaban afiliados los obreros en piedra de Alemania. El lugar donde trabajaban y vivían aquellos operarios contratados se denominaba logia.
Las logias medievales se rigieron por unos estatutos y reglamentos. La documentación conservada aporta, importantes informaciones sobre la instrucción graduada que recibían los masones operativos, el carácter iniciático y simbólico de su aprendizaje y las obligaciones ético-religiosas que adquirían,vemos que esta descripción corresponde con la de una Hermandad.
Este auge o expansión de la masonería coincide con la expansión de la orden del Cister y la construcción de Catedrales góticas en Europa
Así, por ejemplo, según los Estatutos de Ratisbona de 1459, los constructores hermanados formaban un cuerpo independiente de la masa de los obreros, distinguiéndose entre ellos palabras de contraseña y toques. A esto llamaban la consigna verbal, el saludo, la contraseña manual. Los aprendices, compañeros y maestros eran recibidos en ceremonias particulares y secretas. El aprendiz elevado al grado de compañero prestaba juramento de no divulgar jamás de palabra o por escrito las palabras secretas del saludo (art. 55 de los Estatutos). En este y otros textos antiguos se explica que todo masón medieval cubría un periodo de formación que abarcaba tres etapas: las de aprendiz, compañero y maestro.
El aprendiz trabajaba bajo la dirección de un maestro de 5 a 7 años. A continuación, tras sopesar sus cualidades, la logia le proponía pasar al grado de compañero.
En el caso de ser admitido se procedía a una ceremonia de iniciación y, posteriormente, el nuevo compañero recorría Europa durante dos o tres años para perfeccionar su arte, pero siempre debía trabajar en obras controladas por su gremio. No era extraño que el compañero masón, influido por su contacto con otras formas culturales, cambiase sus ideas estrechas y localistas por otras mucho más amplias y cosmopolitas. El viaje que se imponía a los canteros alemanes solía durar dos años y era condición sine qua non para estar en aptitud de alcanzar la maestría.
En todo caso, la masonería medieval no fue una mera institución técnico-profesional, sino que poseyó también un carácter esencialmente iniciático. Así para ser recibido compañero el aspirante debía someterse a unas ceremonias rituales de sumo interés. En su obra Die Mysterien der Freimaurer Bowie ihreinzigwahrerGrundundUrsprung (Leipzig, 1859), M. F. A. Fallou las detalla de esta forma:
«El día señalado, el aspirante (a compañero) se presentaba en el lugar de reunión del cuerpo de oficio, entraban todos los cofrades, desarmados porque este lugar estaba reservado a la paz y a la concordia, y el maestro abría la sesión. Empezaba por participar a los allí reunidos, que habían sido convocados para asistir a la recepción de un candidato, y encargaba a uno de sus miembros que fuese a prepararlo. Este invitaba entonces al compañero a adoptar, siguiendo la antigua costumbre de los paganos, el aspecto de un mendigo: se le despojaba de sus armas y de todos los objetos metálicos que llevaba; se le denudaba el pecho y el pie derecho, y se le vendaban los ojos. Con este aspecto era conducido a la puerta del salón preparado para el objeto, que se abría después de haber llamado con tres golpes fuera.
El segundo presidente guiaba al neófito hasta el maestro, quien lo hacía arrodillar, mientras se elevaba una plegaria al Altísimo. Terminada esta parte de la ceremonia se hacía dar al candidato tres vueltas alrededor del salón y se le colocaba en la puerta, donde le enseñaban a poner los pies en escuadra y a adelantar tres pasos hasta el sitio del maestro. Delante del maestro, sobre una mesa, se encontraba un libro de los Evangelios abierto, una escuadra y un compás, sobre los cuales, según la antigua costumbre, el candidato extendía su mano derecha para jurar fidelidad a las leyes de la cofradía, aceptar sus obligaciones y guardar el más absoluto secreto sobre lo que sabía y lo que pudiera aprender en lo sucesivo.
Prestado el juramento se redescubrían los ojos, se le mostraba la triple luz, se le daba un mandil nuevo y la palabra de paso, y se le enseñaba el sitio que debía ocupar en la sala de corporación».
Estas ceremonias iniciáticas ponían desde el primer momento al nuevo hermano en contacto con el misterio simbólico y ejercían en él un efecto catártico. En las mismas, además de las costumbres tradicionales, se transmitía a los nuevos masones una enseñanza secreta de la arquitectura y una ciencia mística de los números. Como símbolos más cualificados se contaban el compás, la escuadra, el nivel y la regla, que dentro de las logias tenían una significación moral precisa.
En las logias medievales todos los miembros gozaban de iguales derechos, tenían las mismas obligaciones y se consideraban hermanos, ya que eran Hermandades . La igualdad de los miembros en el interior de la corporación, el celo empleado en la enseñanza técnica y la vigilancia de los individuos en el progreso moral, fueron los sólidos fundamentos del desarrollo y de la perfección progresiva de la institución fraternal. En la edificación de una catedral, el tallista de piedra, contribuía a la glorificación del Ser Supremo, al ejercicio de la piedad y a la propagación de la doctrina cristiana.
Posteriormente un grupo de investigadores alemanes de comienzos del siglo XIX descubrieron y examinaron críticamente nueva documentación; todos ellos masones y verdaderos creadores de la masonología científica. Destacaron K. CH. F. Krause, F. Mossdorf, F. Heldmann, I. A. Fessler y G. Kloss. Estos hombres demostraron con pruebas fehacientes que la sociedad de los francmasones no tenía ningún objeto ni fin político, ni era una orden cualquiera de caballeros, sino que procedía de las corporaciones de oficios de la Edad Media tal como se venía apuntando previamente.
Para comprender cómo surge la masonería debemos tener en cuenta, en primer lugar, que durante la Edad Media,las cofradías o hermandades iniciales pasaron a los gremios de albañiles constituyeron uno de los grupos mejor organizados de su época, y que guardaban celosamente los conocimientos que poseían sobre la construcción de edificios, que al fin y al cabo era su oficio y su fuente de ingresos.
El oficio de mason,solo era reconocido por sus hermanos.
A esta masonería surgida en la Edad Media es a la que se le da el nombre de masonería operativa, muy diferente en sus fines a la masonería actual o especulativa, tal y como veremos más adelante, pero muy parecida en cuanto a organización, iniciaciones, ceremonias y tratamientos.
La famosa palabra masón significa “albañil”, o si se quiere “cortador o tallador de piedras”, y se ha hecho proceder del términomattjon, que derivó hacia la forma metze en alemán antiguo, que pasó a la lengua franca como makyon antes de su latinización definitiva. En latín vulgar era machio o matio o macio. Algunos autores la consideran una alteración de marcio, derivado de marcus, es decir, “martillo o aquel que utiliza el martillo”.
En cuanto al término francmasón, como también serán conocidos los masones, proviene de la expresión free-stone-mason, que era el nombre que recibían los albañiles o canteros de la Inglaterra del siglo XIV que trabajaban la piedra de calidad o blanda que era fácil de cincelar, y que se utilizaba en los adornos, las esculturas o los capiteles; en contraposición a éste nos encontramos el término rough-stone-mason, que era el nombre que recibían los albañiles que trabajaban la piedra más tosca, utilizada para la sillería.
Estos términos dieron lugar a una serie de malentendidos, pues se consideró que el calificativo de free hacía referencia al hombre, cuando en realidad se aplicaba a la piedra. A esto vino a unirse el hecho de que las personas que estaban dedicadas al arte de la construcción no estaban sometidas a ninguna clase de vasallaje de oficio, y a los que se podía considerar como hombres libres (free), es decir, como freemason. Como luego veremos, en la masonería especulativa, que comenzó en el siglo XVIII, una de las condiciones para ser iniciado en la Institución masónica será la de ser un hombre libre o independiente, y la palabra freemason se tradujo como francmason, freimaurer, liberimuratori, pedreirolivre, franmasón, etc, según los diferentes idiomas en los que se introdujo el término.
Ese era el mismo tiempo en que los alquimistas dedicaban su cuerpo y alma a la búsqueda de la Piedra Filosofal, indispensable para convertir el Plomo en Oro; al encuentro de la Fuente de la Eterna Juventud, de obsequios inagotables. Mientras los profanos los tildaban de locos, diablos o hechiceros, los Iniciados en el Arte Alquímico extendían la primera, como emblema de la Sabiduría, capaz de transformar la energía humana en fuerza constructiva, tanto en lo espiritual como en lo material, y la segunda, como representativa de la Iniciación, único sendero que conduce hacia la Fuente perenne de la Tradición Universal, cuyo fluir infinito trasciende la fútil existencia física del ser humano.
Los francmasones, convencidos de que tanto la obra material de la edificación como la tarea espiritual del perfeccionamiento humano sólo pueden ser viables, posibles y realizables mediante la Unión, la Solidaridad y la Colaboración entre individuos libres, honrados y responsables, transmitían de boca a oído en sus reuniones privadas de Logia conocimientos científicos, artísticos y filosóficos, a efecto de hacer el trabajo acorde con la Gran Obra, tal como ha sido tradicional en las escuelas iniciáticas desde la más remota antigüedad.
Este concepto partía de la idea Platonica ,de que el Universo es la Obra perfecta y total, concebida, dispuesta y dirigida por el Principio Constructor Supremo, al que denominaron Gran Arquitecto, regida por leyes armónicas y complementarias que pueden irse descubriendo y conociendo y que este conocimiento material, filosófico y hasta metafísico puede organizarse de manera gradual (de ahí los grados masónicos) para perfeccionar al ser humano, parte fundamental del Universo, a fin de armonizarlo con el Gran Todo y hacerlo obrero, partícipe y a la vez producto de esa Gran Obra.
Cuando un francmasón alcanzaba el grado de Maestro, es decir, cuando ya era capaz de CREAR por sí mismo, circulaba libremente por todas las Logias, instruyendo a los aprendices y ayudando a “crear escuela”. Por ello, los conocimientos arquitectónicos y simbólicos fueron extendidos de manera relativamente rápida y homogénea por toda Europa.
El conocimiento no se comunicaba a cualquier persona, era transmitido solo a los Iniciados en el Arte, teniendo como base la idea ya mencionada de que para colaborar en la Gran Obra no era suficiente la simple habilidad científica, técnica, artística o artesanal, es decir, profana del obrero, sino que a ello debía vincular indisolublemente una actitud que ahora podría denominarse pro activa, hacia el conocimiento filosófico y el desarrollo interior.
Además, para ingresar en una Logia, no bastaba con ser un buen cantero, herrero o vidriero y tener una actitud filosófica o mística hacia su oficio; el candidato debía ser libre (en el sentido estricto, sin haber otorgado vasallaje), honrado y responsable.
Las catedrales góticas llegaron a convertirse en verdaderos templos de sabiduría ,enciclopedias de piedra, vidrio y hierro, en cuyos muros, vitrales y decorados se materializo todo el conocimiento:filosófico,musical,geométrico,constructivo,restructural ,etc.Esta forma de construir sufrió un decaimiento progresivo y llegó a su extinción definitiva en el siglo XVIII, cuando nacio el Renacimiento,estilo que a parir de 1717 en sus Constituciones fue adoptado por la masonería especulativa y negando el estilo goticooriginal por considerarlo de barbaros.