Nombre simbólico: Giordano Bruno
Reseña:
Nacido bajo el nombre de Filippo Bruno en Nola, Nápoles en 1548 razón por lo que también se le conoció como el nolano, fue un filósofo, religioso, astrónomo y poeta italiano. Sus teorías cosmológicas sobrepasaron al modelo copernicano proponiendo que el Sol era simplemente una estrella, así como que el universo había de contener un número infinito de mundos habitados por seres inteligentes. Por su pensamiento teológico fue condenado por las autoridades civiles de Roma a morir quemado en la hoguera, al ser encontrado culpable por la Inquisición romana de herejía y panteísmo el 17 de febrero de 1600.
Como pensador fue excepcional, fidelísimo a su propia razón, defensor de la universalización de una naciente ciencia y del conocimiento libre de dogmas y basado en el libre pensamiento, y éste, de la propia razón individualizada en cada ser humano. Siempre llamó al pseudo conocimiento como lo que es, sin matices. Siempre consideró conveniente que el error debe ser expuesto y corregido por medio de la polémica científica, y que precisamente esto es lo que nos permite dilucidar la realidad sin distorsión. Enunció que el juicio propio e íntimo de cada uno nos hace progresar y adquirir sapiencia hacia la sabiduría, que él consideraba divina -término al cual él se refería en el sentido etéreo1- lo cual marca el destino ideal para todo ser humano. Redefinió a Dios como un principio creacional lógico ético, mas no como una entidad, así, planteó una relación causal de la humanidad con la naturaleza, en donde posicionó al hombre inmerso en un universo armónico, dinámico, infinito y expansionista. Fue un pensador abierto a las ideas, buscaba una existencialidad más que una causalidad, no se cuestionaba nuestro origen sino nuestra función en la natura. Hasta el momento de su hoguera se reafirmó en sus ideas transformándose en el tal vez mayor mártir de la ciencia.
Isaac Asimov [1920-1992] considerado el padre de la robótica, sostiene que su muerte tuvo un efecto mediático disuasorio en el avance científico de la civilización, particularmente en los territorios católicos, pero a pesar de esto, sus observaciones cientificistas continuaron influenciando a otros pensadores, es considerado uno de los precursores de la revolución científica y del Método, en lo concerniente a que toda tesis es científicamente válida hasta tal tiempo que por otra igual se la deniega, reformula o perfecciona.
Vida:
A la edad de 17 años, en 1565, ingresó entró como clérigo2 en el Convento de Santo Domingo Mayor de la Orden de los Dominicos, en donde se dedicó al estudio de la filosofía aristotélica y a la teología de Santo Tomás de Aquino (tomismo). Ese mismo año durante su adoctrinamiento cambió su nombre por el de Giordano. Entre 1566 y 1567 incurrió en las primeras infracciones por haber despreciado el culto a María y a las imágenes de los santos aceptando sólo el crucifijo; esto dio lugar al primer procedimiento en su contra
1 En concordancia con la física. Fluido sutil, invisible, imponderable y elástico que, según cierta hipótesis obsoleta, llena todo el espacio, y por su movimiento vibratorio transmite la luz, el calor y otras formas de energía.
2 Hombre letrado y de estudios escolásticos, aunque no tuviese orden alguna, en oposición al indocto y especialmente al que no sabía latín.
Grabado de Giordano Bruno
por sospechas de herejía. Dicho proceso no prosperó. En 1572 es ordenado sacerdote dominico en Salerno tras haber cumplido 24 años, luego pasó al estudio superior en el mismo Convento, recibiendo en 1575 el título de Doctor en Teología de la Orden.
En 1576 fue acusado de desviarse en la doctrina religiosa tras la manifestación de sus dudas acerca del dogma de la Santísima Trinidad, como consecuencia tuvo la instrucción de un proceso, por lo que decidió abandonar el convento y la ciudad, huyendo a Roma, donde consiguió asilo en el Convento de Santa María en Minerva.
A partir de entonces, Bruno decidió recorrer numerosos países europeos -Inglaterra, Francia, Alemania, Suiza, Checoslovaquia-, para enseñar y exponer sus principales ideas filosófico-teológicas, al final llegó a Ginebra. Allí acabó colgando los hábitos al tener problemas con la Escolástica3 por polemizar con los calvinistas y por tener una personalidad discusiva y con opiniones heterodoxas.
En su primera estancia en París, enseña el arte de la memoria (mnemotecnia), a la cual atribuye mucha importancia (influencia de Platón: saber cómo recordar). En Oxford enseña y redacta en dos años los Diálogos italianos. Vuelve a La Sorbona en París donde encuentra una fiera hostilidad contra los aristotélicos. En sus viajes construye su doctrina.
Sostenía entre otras cosas que la unidad absoluta del cosmos exige la identificación de materia y forma. Toda su ética se funda en el sentimiento de identidad del hombre con el cosmos, que le hace perderse en el latido universal del Todo. Fue autor de la Nova de universis philosophia, inspirada en el neoplatonismo y en los escritos herméticos.
De todas sus obras, unas cuarentaicuatro entre publicadas y no, sus principales son: Delia Causa, Principio et Uno; De L’infinito, Universo e Mondi; La Cena dalle Cineri. Algunas están escritas en forma de diálogos.
Su obra está escrita en toscano (italiano) y en latín: deseaba que sus especulaciones debían ser necesariamente puestas al alcance de esa nueva clase social emergente que era la burguesía urbana, y para ello se escribían en lengua nacional.
Tránsito calvinista:
En Ginebra, Juan Calvino había instaurado una república protestante, doctrina a la que se adhirió Bruno, pero con la cual también se pronunció en disconformidad. En una ocasión publicó y distribuyó un panfleto acusando a Calvino de cometer 20 errores en una lectura. Por este motivo fue hecho prisionero hasta que se retractó y abandonó el calvinismo bajo la acusación de coartar la libertad intelectual. Se trasladó a Francia donde, luego de varios tropiezos por la guerra religiosa, fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581. En esta etapa de su vida publicó sus dos primeras obras: Las Sombras de las Ideas y El canto de Circe.
En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser nombrado secretario del embajador francés Michel de Castelnau. Allí se convirtió en asiduo concurrente a las reuniones del poeta Philip Sidney (1554-1586) una de las figuras más prominentes de la época Isabelina inglesa. Enseñó en la Universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana atacando las ideas tradicionales. Después de varias discusiones abandonó Oxford. Sus escritos más importantes son De umbris idearum, de 1582; La cena de las cenizas, Del universo infinito y los mundos y Sobre la causa, el principio y el uno, las tres últimas escritas en 1584. En 1585 escribió Los furores heroicos donde, en un estilo de diálogo platónico, describe el camino hacia Dios a través de la sabiduría. Ese mismo año regresó junto con el embajador a París, para luego dirigirse a Marburg (Alemania, Hesse, valle del Lahn), donde dio a la prensa las obras escritas en Londres. En Marburg retó a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College de Cambrai, donde fue ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país.
Durante los siguientes cinco años vivió en diversos países protestantes donde escribió muchos trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria (siendo uno de los grandes representantes de
3 Filosofía de la Edad Media, cristiana, arábiga y judaica, en la que domina la enseñanza de las doctrinas de Aristóteles, concertada con las respectivas doctrinas religiosas.
la tradición hermética). Llegó a demostrar, aunque por métodos falaces, que el Sol es más grande que la Tierra. En 1586 expuso sus ideas en la Sorbona y en el Colegio de Cambrai y enseñó Filosofía en la Universidad de Wittenberg4. En 1588 viajó a Praga donde escribió artículos dedicados al embajador de España y a Rodolfo II de Habsburg. En 1590 se dirigió al convento de las Carmelitas en Fráncfort y Zúrich. Ahí escribió sus poemas.
Expresó en escritos y conferencias sus ideas científicas acerca de la pluralidad de los mundos y sistemas solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio y el Universo y el movimiento de los astros, lo cual escandalizaba a la cristiandad más conservadora de la época, pero fueron sus teorías teológicas las que le traerán una persecución en su contra por parte de la Iglesia católica y la Inquisición.
Traición, final y muerte.
A instancias de Giovanni Mocenigo, un conde veneciano, regresa a Italia. Mocenigo se convierte en su protector a cambio de que Bruno le imparta una cátedra particular. El conde le invita a su palacio para aprender magia; lo que le interesa es que le enseñe procedimientos de transmutación y alquimia, a lo que Bruno se niega, y éste, en venganza, le denuncia ante la Inquisición.
El 21 de mayo de 1591, Mocenigo traicionó a Bruno entregándolo a la Santa Inquisición. En 1592 es encarcelado en Venecia, acusado de despreciar las religiones, no admitir la distinción en Dios de tres personas, tener opiniones blasfemas sobre Cristo, no creer en la transubstanciación5 y sostener que existen mundos infinitos.
El 27 de enero de 1593 se ordenó el traslado de Giordano Bruno al Palacio del Santo Oficio de Roma, en el Vaticano. Estuvo en la cárcel durante casi ocho años mientras se disponía la acusación del juicio –bajo el tribunal de Venecia–, en el que se le adjudicaban cargos por blasfemia, herejía e inmoralidad; principalmente por sus enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo. Los episodios del proceso romano se pueden resumir así: imputación de haber sostenido que Cristo pecó mortalmente, que el infierno no existe, que los dogmas de la Iglesia son infundados y, que el culto de los santos es reprochable.
En 1596, la Congregación estableció una comisión con el fin de censurar las proposiciones heréticas contenidas en los libros de Giordano.
El proceso veneciano contra Bruno iniciado en 1592, fue dirigido por Roberto Belarmino, quien posteriormente en 1616 llevaría el similar proceso contra Galileo Galilei. En 1599, más de 7 años después, se expusieron los cargos en contra de Bruno. Las múltiples ofertas de retractación fueron desestimadas. Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse enfáticamente en sus ideas y el 20 de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares.
El 8 de febrero es llevado desde la cárcel del Santo Oficio al palacio del Cardenal Madruzzi, situado en la Plaza Navona, donde se le leyó públicamente la sentencia mientras Bruno permanecía arrodillado. De las más de treinta imputaciones contenidas en la sentencia, resultan confirmadas las concernientes a la transubstanciación, la virginidad de María, la vida herética, la pluralidad de mundos, el alma humana, la
4 Fundada en 1502 por Federico el Sabio, príncipe elector de Sajonia. Sobre la base de las obras de Martín Lutero, la universidad se convirtió en un centro de la Reforma protestante.
5 Conversión de las sustancias del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo.
El Proceso del juicio a Bruno
eternidad del mundo. Se le declaró herético formal, impenitente, pertinaz y obstinado. Es famosa la frase que Bruno dirigió a sus jueces: “Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”.
Al ser encontrado herético, fue condenado a la degradación de las órdenes, a la expulsión del foro eclesiástico y a ser entregado a la corte secular para el debido castigo. Sus libros debían ser quemados en la Plaza de San Pedro. Fue expulsado de la Iglesia y sus trabajos fueron quemados en la plaza pública. No he encontrado prueba alguna que lo vincule a una excomunión.
Durante todo el proceso fue acompañado por monjes teólogos de la Iglesia. Tras ser trasladado de la cárcel de Tor di Nona y antes de ser ejecutado en la hoguera uno de ellos le ofreció un crucifijo para besarlo pero Bruno lo rechazó, diciendo que moriría como un mártir. Fue quemado vivo la mañana del jueves 17 de febrero de 1600 en Campo dei Fiori, Roma, al negarse a retractarse de sus opiniones. Antes de encender la hoguera pronunció la siguiente declaración:
“Yo, mísero pecador, reconozco mi culpa, reconozco mi gravísima culpa, en presencia de la intachable justicia absoluta y ante todos vosotros, que hasta el presente he pecado muy gravemente y que con mi mal ejemplo os he dado también a vosotros permiso y facultad de hacer lo mismo; y con esto confieso que yo y vosotros conmigo hemos incurrido merecidamente en la ira del hado, el cual hace que no seamos ya reconocidos por dios y mientras nosotros hemos concedido el cielo a las porquerías de la tierra, él ha dispuesto que los templos, imágenes y estatuas que teníamos en la tierra sean destruidos, y a fin de que merecidamente sean arrojados desde lo alto quienes inmerecidamente han elevado a las alturas las cosas viles y bajas.”
Ejecución de la sentencia
El papa Clemente VIII dudó de la sentencia impuesta a Giordano antes de dictarla porque no deseaba convertir a Bruno en mártir.
Lamentablemente durante la ocupación napoleónica se perdieron la mayoría de los folios del proceso judicial. Como nota anecdótica podemos decir que Giovanni Mocenigo – el que traicionó a Bruno– fue a posteriori acusado de herejía por descubrírsele tratando de dominar las mentes ajenas, pero nunca fue apresado ni existió proceso en su contra.
Según algunos estudios de la Universidad de Stanford: “en 1600 no había una postura oficial de la Iglesia Católica sobre el sistema copernicano, y ciertamente no era una herejía. Cuando Giordano Bruno fue
quemado en la hoguera como hereje, no tuvo nada que ver con sus escritos en apoyo de la cosmología copernicana”.
La doctrina bruneana
Bruno sostuvo que el universo no tiene un fin y en el que Dios, entendido en un sentido panteísta6, es la unidad y la vida de la naturaleza, la materia es como el cuerpo del alma. Y siendo el universo ilimitado e infinito, la revelación pudo haberse producido en otros mundos, no sólo en La Tierra, afirmación que fue causa principal de su condena.
La Obra Bruneana se encuentra teñida de un ligero averroísmo7, consistente en la defensa de la superioridad de la vida teórica frente a la vida práctica y la reivindicación del carácter profesional del filósofo. A juicio de Bruno existe una separación entre filosofía y religión y es equivocada la concepción tomista de la filosofía como ancilla fidei, es decir, como esclava de la religión. Bruno defiende, al igual que todos los copernicanos, que la religión debe ser entendida como una ley destinada al gobierno de las masas incapaces de regirse por la razón y es por ello que los buenos teólogos no deben entrometerse en la vida de los filósofos, del mismo modo que los filósofos deberán respetar el trabajo de los teólogos en su tarea de gobierno de las masas populares.
La función de la religión es, según Bruno, meramente civil. De entre sus tesis cosmológicas destacan la idea de la infinitud del universo entendida como expresión de la infinita potencia de Dios, así como su descripción de las estrellas: soles rodeados de planetas parecidos a la tierra. El universo es, para Bruno, uniforme, rompiendo con la distinción entre mundo sub lunar y supra lunar que había sido establecida por Aristóteles y que aún sobrevivía en la doctrina heliocentrista de Sir Thomas Digges [1546-1595].
Muy influido por el neoplatonismo y por la admisión de la teoría copernicana a la vez que acogía elementos del monadismo8 y la mística9, Bruno defendió la doctrina de la infinitud del universo, concebido no como un sistema de seres rígidos ordenados desde la eternidad sino como un conjunto que se transforma continuamente, que pasa de lo inferior a lo superior y viceversa por ser todo, en el fondo, una y la misma cosa; la vida infinita e inagotable. En esta vida quedan disueltas todas las diferencias, propias sólo de lo superficial, de lo finito y limitado.
La infinitud espacial y temporal del universo astronómico corresponde a la infinitud de Dios, que se halla a la vez en el mundo y fuera del mundo, que es causa inmanente del mundo y que está infinitamente por encima de él. Esto debe entenderse desde el punto de vista de la coincidencia de los opuestos de Nicolás de Cusa [1401-1464].
El Universo está pletórico de vida y es, él mismo, vida; es un organismo infinito en el cual se hallan los organismos de todos los mundos particulares, de los infinitos sistemas solares análogos al nuestro. Lo que rige esta infinitud es la misma ley porque es la misma vida, el mismo espíritu y orden y, en última instancia, Dios mismo. Dios está presente en todas las cosas, con su infinito poder, sabiduría y amor, porque es todas las cosas, el máximo y el mínimo o, como dice Bruno, la mónada de las mónadas.
La concepción monadológica es el complemento de esta visión de un universo-vida infinito: las mónadas son los componentes de los organismos del mundo y no los átomos, que son disolución y muerte. La misión del hombre es el entusiasmo ante la contemplación de esta infinitud, la adoración del infinito que es Dios; en la cual puede hallarse la unidad de las creencias religiosas más allá de todo dogma positivista.
6 Sistema de quienes creen que la totalidad del universo es el único Dios.
7 Doctrina del filósofo hispanoárabe Averroes [1126-1198], y especialmente su opinión sobre la unidad del entendimiento agente en todos los hombres.
8 Cada una de las sustancias indivisibles, pero de naturaleza distinta, que componen el universo, según el sistema de Leibniz s. XVII.
9 Parte de la teología que trata de la vida espiritual y contemplativa y del conocimiento y dirección de los espíritus.
Tal es el entusiasmo heroico que Bruno defendía. De ahí su aspiración a una filosofía dinámica construida con los materiales clásicos, incluidos los aristotélicos. Esto se revelaba particularmente en la doctrina de la materia, que sometida en el pensamiento de Giordano Bruno a una disolución la lleva al ser materia plena, del mismo modo que el ser pleno es dialécticamente transformado en materia y en nada. De ahí la afirmación de que en nada se diferencian la absoluta potencia y el acto absoluto; y de ahí también la tesis de que en definitiva, aunque haya individuos innumerables, todo es uno, y conocer esta unidad es el objeto y término de toda filosofía y contemplación natural del principio, de la causa y del uno.
Anima mundi (el alma del mundo): la totalidad del universo concebido como un organismo. La suposición de que todo está entrelazado representa la admisión de un alma del mundo siempre que, rechazándose el mecanicismo ciego, se admita que el todo tiene un sentido. Así, el cuerpo del mundo está envuelto por su alma, pero a la vez el alma del universo se halla en cada una de las cosas, no parcial y fragmentariamente sino de un modo total y completo. En otros términos, el alma del mundo es aquella realidad que hace que todo microcosmos sea un macrocosmos. El tema de que si esta alma sea a la vez un principio inmanente o uno causal es variado, de ahí la acusación a Bruno de panteísmo.
Monadismo: los átomos para Bruno son orgánicos y vivientes, de modo que es opuesto a todo mecanicismo. En Sobre lo Inmenso afirma que Dios no es ni persona ni creador, sino más bien la mens (mente) virgiliana que «agita la materia», principio interno de vida, semilla eternamente productiva.
Los Furores heroicos, plagados de símbolos y alegorías, parecen sin duda hacer del universo una segunda unidad en que se refleja la primera, de la misma manera en que el sol ilumina la luna. Bruno sostiene un nuevo atomismo y parece reducir todo cambio a movimientos locales, si bien parece conservar el hilemorfismo10, sustituyendo la pluralidad de formas y de materias parcialmente determinadas por el par inseparable de una única materia-base de la que nacen todas las figuras distintas y, de una forma activa, finalmente identificada con el alma del mundo no engendrada y no engendrable.
Bruno vacila en afirmar un movimiento infinito que el estagirita considera como imposible y que describe el universo como un todo inmóvil que reúne una multitud infinita de mundos móviles, calificados a veces explícitamente de finitos. Acepta la idea de un entendimiento, común a las almas singulares, y que sea paralela no obstante, a una especie de sentido agente que para él no excluye la variedad de los entendimientos y de los sentidos pacientes ni, desde luego, el escalonamiento clásico de las facultades: sentido, imaginación, razón, entendimiento y pensamiento o mens.
También es afecto a una aritmología11 simbólica imitada de Agripa, y afecto a la magia natural. Bruno, si bien acepta con carácter secundario especulaciones de tipo paracelsiano [Teofrasto Paracelso12, 1493-
10 Teoría ideada por Aristóteles y seguida por la mayoría de los escolásticos, según la cual todo cuerpo se halla constituido por dos principios esenciales, que son la materia y la forma.
11 Ciencia de los números y de la medición de las magnitudes.
12 Alquimista, médico y astrólogo suizo. Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquimistas y por haberle dado al zinc su nombre, llamándolo zincum. El nombre
Cátedra de Bruno
1541], cuando son prácticas útiles en la medicina, excluye como principios de verdadera explicación a las elucubraciones de los alquimistas, y su cosmología elimina definitivamente a la astrología antigua.
Cita con frecuencia a los filósofos presocráticos, el flujo de Heráclito, el todo está en todo de Anaxágoras, propone al aristotelismo unos esquemas neoplatónicos, toma de Epicuro y Lucrecio el gran tema de la pluralidad de los mundos, de Avicebrón y de David de Dinant extracta expresiones que rehabilitan la materia y la presentan como uno de los tres fundamentos indivisibles: hylé13, nous y Dios.
Muchas de sus conciliaciones aproximativas se derivan de Nicolás de Cusa, que es una fuente esencial de Bruno. Como el Cusano, Bruno afirma que ningún movimiento es enteramente regular, ninguna figura es absolutamente exacta, y que dos individuos jamás son indiscernibles.
No hay duda de que la más íntima certeza de Bruno es que la naturaleza misma, más que el espíritu que la mide, es la verdadera potencia divina y el orden impreso en todas las cosas. Esa certeza no excluye una consideración platónica sobre la materia como dispersión e incluso como conjunción; así para Bruno, aunque el tema de la unidad es siempre central, percibe en la multiplicidad misma, tomada al nivel del todo, si no es una finalidad propiamente dicha o un eterno retorno, sí es al menos una serie de compensaciones mediante las cuales los contrarios se equilibran; estando los astros mismos sin duda abocados a la muerte, sin mediar una catástrofe cósmica, pues otros astros les sucederán entonces, si es verdad que a toda influencia corresponde una nueva confluencia.
No se trata por tanto de una multiplicidad de formas en cuanto a una omnipresencia de la forma universal, inseparable de la vida que vivifica todas las cosas, o del alma única que mueve tanto a una abeja y a una hormiga como mueve a los cuerpos celestes. Algunos la denominan sentido, otros entendimiento o pensamiento, pero es sin duda es un único y mismo principio, diversificado en sus funciones.
Otros textos subrayan más aún la continuidad entre el alma cósmica y sus participaciones singulares, pero describen a éstas como espejos rotos, donde ocurre que, por ser éstos demasiado pequeños o en alguna manera deficientes, no dejan discernir casi nada de la Forma Universal. Esta contingencia no afecta más que a porciones separadas del conjunto, considerables como una forma de lo explicado, de lo disperso y de lo distinto.
Para Bruno, que rechaza la creación ex nihilo (desde la nada) y la elección divina entre los posibles, el universo total es sin duda como el principio que lo mueve, todo lo que puede ser, pues contiene toda la materia y recibe todas las formas en su forma única. La muerte, las corrupciones, las monstruosidades no son ni acto ni potencia, sino inexplicables accidentes por los que unas figuras incompatibles entran en colisión en la misma porción de materia.
Panteísmo Natura
Bruno se caracteriza por el carácter muy variado, entre otras cosas, de inspiraciones y temas desarrollados a partir de los mismos. Nos fijaremos en su naturalismo14 y en las consecuencias sui géneris que de su panteísmo se derivan.
Sus inspiraciones son diversas e incluso contradictorias. Por un lado, su inspiración es neoplatónica15. En Causa, principio y Uno, su obra fundamental, la desarrolla según el esquema neoplatónico clásico: del Uno emana la Naturaleza. El Uno del que emanan todas las hipóstasis16 es un principio vital. Para Bruno el esquema neoplatónico ha de convivir con su defensa del sistema heliocéntrico17, para algunos esto es contradictorio. Bruno defiende un heliocentrismo obstinadamente; más que Copérnico. En el sistema de
Paracelso (Paracelsus, en latín), que escogió para sí mismo y por el que es conocido, significa «semejante a Celso», un médico romano del siglo I.
13 Dos principios explicativos de la physis griega: la hylé (materia) y el nous (inteligencia) que, lejos de excluirse, se interrelacionan entre sí. En el principio existían Dios (el aliento vital) e hylé.
14 Sistema filosófico que considera la naturaleza como primer principio de la realidad.
15 Escuela filosófica cuyas doctrinas eran una renovación de la filosofía platónica bajo la influencia del pensamiento oriental.
16 Supuesto o persona, especialmente de la Santísima Trinidad.
17 Teoría astronómica sostenida fundamentalmente por Copérnico que consideraba el Sol como centro del universo.
hipóstasis, la Tierra ocupa un lugar central. Hay más ejemplos que muestran cómo Bruno navega por corrientes opuestas: encontramos ejemplos de atomismo en sus escritos, con cierta influencia de Demócrito; sin embargo en otros textos, encontramos continuidad (como discontinuidad de los átomos).
Su pensamiento es un conjunto de ideas tradicionalmente disociadas. Tiene una visión de la Naturaleza según la cual las cosas se unifican en virtud de una empresa, de una esencia común, entendida de un modo místico, mágico. El mundo se constituye de una confrontación de contrarios. Estas ideas las globaliza. La Naturaleza sería un ser viviente con el cual los hombres tenemos una relación de carácter mágico. Podemos influir sobre ese ser vivo por procedimientos no necesariamente racionales18. La Naturaleza es animada por fuerzas similares a nuestras fuerzas de conocimiento y acción. Nosotros podemos influirlas, por ejemplo, mediante fuerzas de ‘simpatía’19. Este concepto tiene un precedente en la tradición hermética mágica, que está presente ya en el neoplatonismo de clásicos como Marsilio Ficino [1433-1499].
Ficino sostiene que la filosofía platónica puede ser re expuesta en términos herméticos. Pico della Mirandola [1463-1494] opina del mismo modo. Bernardino Telesio [1505-1588], contemporáneo de Bruno, es también un naturalista. Considera que las fuerzas de la Naturaleza brotan del interior de la misma. Es un precedente del panteísmo de Bruno. Estas fuerzas proceden de un profundo animismo20. Se trata de fuerzas intrínsecas21, no extrínsecas22. Ésta sería la clave para Bruno ligada a la tradición del neoplatonismo como animismo.
Las matemáticas sirven para interpretar el Mundo, pero no entendidas de modo científico, sino metafísicamente. Son esencias metafísicas. En los números N funcionan ideas metafísicas, como la de mínimo. El Uno es el principio de unas realidades; el Dos, de otras; el Diez, de otras, etc. Los números son esencias de las cosas (Pitagorismo). A este aspecto hay otra serie de discusiones. Así Herbert Butterfield, en Los fundamentos metafísicos de la Ciencia (1942), sostiene que existen fundamentos metafísicos en la Física. Por el contrario, Karen Armstrong, en Método científico y metafísica (1993), se opone explícitamente a éste y explica que la metafísica no constituye ningún tipo de metodología en las ciencias. Cuando Bruno es procesado, los asuntos que forman parte del proceso son metafísicos. Su metafísica, su panteísmo, es lo que le condena, pero no el uso de un método científico, aunque sea parcial, como ocurrió con Galileo.
Bruno es contradictorio, parece defender un heliocentrismo y un geocentrismo23. Pero, sostenemos, cambiando el orden de las esferas, que la asociación neoplatonismo-geocentrismo no ha de ser necesaria. Igualmente el atomismo y el platonismo, tradicionalmente, han parecido contrarios ‘la realidad es átomo’/’la realidad es Idea’, pero esta asociación, aunque frecuente, no es necesaria. En el Timeo de Platón [360 a.C.], de hecho, encontramos atomismo: no hace falta acudir a Demócrito [460 – 370 a.C.].
18 El concepto de Masa crítica es aplicable aquí.
19 Empatía plancktoniana ó sinergia en la actualidad.
20 Creencia que atribuye vida anímica y poderes a los objetos de la naturaleza; ó creencia en la existencia de espíritus que animan todas las cosas.
21Íntimo, esencial.
22 Externo, no esencial.
23 Teoría astronómica sostenida fundamentalmente por Ptolomeo – s. II, que consideraba la Tierra como centro del universo.
Monumento a Bruno en Campo Dei Fiori
El objeto de la Filosofía según Bruno
El objeto de la Filosofía es el estudio de la Naturaleza o de Dios. Esta identificación Dios-Natura es central y, de hecho, es lo que le llevó a la Inquisición. Se trata de un Dios inmanente, de naturaleza unificada y unitaria (no unificada por la Matemática o por las leyes de la mecánica; Bruno no es mecanicista24, en el sentido moderno). La unidad es captada más bien por los procedimientos discursivos: todas las hipóstasis se resuelven en la Unidad, en la Vida. Hay una causa que gobierna todo esto. Vemos que la unidad es de tipo vital, orgánico, no inorgánica. El cómo este organicismo influye o no en Baruch de Spinoza [1632-1677] y la cuestión de si Bruno inspiró a éste, es una discusión fundamental. Esta Unidad (Dios, Uno) de tipo vital es racional, como ser vivo. Tiene pensamientos, leyes (las del Mundo), pero éstas se rigen por simpatía, magia, etc.
En la Edad Media, hay una discusión importante con la llegada del mecanicismo (s. XVII, Descartes, etc.). La visión mecanicista que se comienza a imponer quiere negar que haya principio vital oculto alguno. Este punto de vista niega que haya cualidades ocultas en la Naturaleza, la cual se explica por leyes físicas. Es en este aspecto donde se produce un malentendido, porque en la Edad Moderna se procedería a criticar el dinamismo25, la condición de Natura como un algo animado por fuerzas. Así, los cartesianos pensaron en la Idea de Fuerza como Metafísica. Aunque, efectivamente, la Fuerza puede tener connotaciones e interpretación metafísica, a partir de Gottfried Leibniz [1646-1716] (la física se fundamenta en esta idea), la visión cartesiana fracasa. Para Bruno, todo está unificado por una propiedad mística, por un Alma común del Universo. En virtud de esta teoría de la animación global, Bruno aprovechará la tesis de Copérnico, pero transformándola a su gusto pananimista26.
Bruno y Copérnico
El pensamiento de Copérnico [1473-1543] era mal conocido o interpretado de un modo restrictivo. La obra póstuma de Copérnico: De revolutionibus orbium coelestium (escrita durante 25 años, 1507-1532), publicada en 1543 por Andreas Osiander, quien añade un cauteloso prefacio. En él, Osiander afirma que Copérnico nunca pretendió describir la realidad: no ha querido realmente decir que el Sol estuviera en el centro del Mundo, lo cual iría en contra de la Biblia. Su tesis sería una hipótesis ingeniosa. Copérnico, así, tratará de ‘salvar las apariencias’ y no de reflejar la realidad. Osiander es llamado por Bruno ‘asno’. Bruno afirma que sí refleja la realidad y, por ello, hay que llegar mucho más allá, pues Copérnico mismo no es consciente de las consecuencias, no sólo sobre la astronomía, sino también sobre la visión del mundo que supone. Copérnico cambió la posición del Sol y de la Luna, pero conservando ideas antiguas. Bruno quiere seguir el camino. Si el Sol está en el centro y la Tierra se mueve, resulta que no hay que fiarse de las apariencias.
Hay un rechazo al dualismo, el cual sostiene que hay un mundo terrestre y otro celeste, y que las estrellas estaban constituidas por una sustancia mejor a la de la Tierra, incorruptible, y no corruptible como ésta (Aristóteles). Bruno asevera que la Tierra no es el centro del Mundo ni el lugar de la corrupción. Del mismo modo, las estrellas también se mueven, tienen cambios de posición relativos entre sí, no son divinas. Hay una desmitificación. A Bruno le interesa destruir la metafísica cosmológica que dividía Mundo corruptible/Mundo incorruptible. Niega el carácter divino de los astros: Si los astros son divinos, ¿por qué no es divina la Tierra? Ya que ésta queda, tras Copérnico, convertida en un astro.
24 Doctrina según la cual toda realidad natural tiene una estructura semejante a la de una máquina y puede explicarse mecánicamente.
25 Sistema que considera el mundo corpóreo como formado por agrupaciones de elementos simples, realmente inextensos, y cuyo fondo esencial es la fuerza; de suerte que los fenómenos corpóreos resultan del choque de fuerzas elementales, y se reducen en definitiva a modos del movimiento.
26 Considera que toda la realidad es vida.
Los movimientos de los astros se pueden describir en términos matemáticos, geométricos. No es una simplificación abstracta, sino real (No se trata de hacer mero artificio […], sino de correspondencia con los movimientos reales). Copérnico aún consideraba el orbe de las estrellas como techo del Mundo. Las estrellas están, aparentemente, fijas; pero, según Bruno, hay que pensar que lo que ocurre en el resto de la realidad debería aplicarse también a las estrellas27. La Tierra y su peso, según Bruno, dependen de una relación; y el resto de los astros, igualmente. Quizá esto haya permitido plantear el Principio de Gravitación Universal; de ser así, de modo muy lato y débil. Bruno niega la noción de ‘centro del mundo’. Hay un mundo infinito o diversos infinitos mundos desconocidos. Así, el movimiento no es absoluto sino relativo.
Aunque no aporta una Física nueva, piensa en el mundo de una manera nueva: Dios no es el principio del movimiento como principio de extensión. El principio del movimiento es una tendencia natural y viviente de cada ser para perpetuarse y generarse. Es un principio vital interno al mundo. La Natura actúa desde dentro de ella misma. Su visión es calificada como naturalista vitalista.
El concepto del Mundo
El Mundo como compuesto de principio material y formal es animado por el Alma del Mundo (Forma del Mundo, que se añade a la Materia del Mundo) constituido por la pluralidad de formas especiales que animan aspectos especiales de la Materia. La Materia y la Forma no son independientes: la Materia está informada por la Forma, pero a su vez la Materia es proveedora de Formas y principio activo. A pesar de que podríamos ver en esto cierto materialismo, no es así, porque su concepción mágica, neo pitagórica y hermética le aleja rotundamente de éste.
¿Cómo entender lo múltiple a partir de lo uno, y viceversa?, el camino de Bruno para explicar esto sí se aleja del materialismo:
a) Camino epistemológico humano: De lo múltiple a lo uno. El mínimo es el elemento de todas las cosas. Magnitud matemática: punto; física: átomo; números: unidad; astros: sol.
b) Camino ontológico divino: El Uno es el principio de todas las cosas, y en el Mundo se despliega en entidades numéricas: la Díada28 es la esencia que preside, por ejemplo, principios como potencia/acto, materia/forma, etc. La máxima esencia es la Década. Es un misticismo numérico neo pitagórico.
El Hombre: la unión con el todo
Está directamente enfrentado al individualismo de Montaigne [1533-1592]. El Hombre es una parte especial de la Naturaleza que tiene un proyecto de identificación con ésta, hasta unirse mutuamente, forzando los procesos naturales (magia). Es una actitud místico-naturalista. El hombre participa del dinamismo de la naturaleza; no hay propiamente una libertad, sino comprender bien la Natura por la vía simpatética29 y dominarla, y no por la vía analítica. Esta empresa heroica distingue al hombre de los animales y sobrepasa todo lo finito.
27 Nicolás de Cusa [1401-1464]: astronómicamente, ‘arriba’ y ‘abajo’ son términos relativos.
28 Término acuñado por el sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918), en su investigación sobre la dinámica de los grupos sociales pequeños, para referirse a los grupos sociales compuestos por dos personas. Los matrimonios, las relaciones de pareja o las amistades íntimas son grupos de este tipo.
29 Del italiano: bondadoso.